¿No les parece incómodo cuando van a darle la
mano a alguien, y al final el apretón dista mucho de ser un saludo
sólido? Y cuando digo “sólido“ me refiero a completo, hasta la raíz del
pulgar, con la fuerza justa y dos pequeñas sacudidas de arriba a abajo.
El
problema surge cuando ni siquiera se cumple que ambos pulgares queden
firmes uno contra el otro. En ese momento sentimos desdén e incluso
desinterés, cuando una de las personas toma apenas los dedos de la otra.
En este caso, quien “completa“ el saludo es quien incurre en el error
de no dar a mano correctamente. Sobre él recae esa responsabilidad; ¿Qué es lo lógico que deberíamos hacer para no tener ese rol?
Muy sencillo: Extiende la mano tú primero.
Puede parecer que una persona “importante“ o de alto rango espera a
que lo saluden para responder, pero es al revés. Imagínate un rey de
alguna miniserie épica; no es sino hasta que él extiende la mano, que
sus súbditos pueden saludarle.
En nuestro caso es mucho menos ceremonioso y más espontáneo. Cuando vayas a saludar a alguien, sigue estos pasos SIN EXCEPCIÓN:
1 – Extiende la mano tú primero. Así te sacarás la responsabilidad de tener que “completar“ el saludo. De hecho, eso te permitirá también…
2 – Establecer contacto visual pleno: Ya que tienes
la mano extendida, es el otro el que tiene que “apuntar“ con la suya.
Eso te permite mantener un contacto visual dominante mientras tu
contraparte, en muchos casos, bajará la mirada.
3 – Mantén el mentón horizontal y una sonrisa relajada: Ni alces mucho ni bajes mucho tu mentón. Mantenlo neutral y completarás el efecto de poder discreto.
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