Estás buscando empleo? PROCURA IR BIEN VESTID@

Todos sabemos la importancia que tiene una primera impresión cuando estamos buscando empleo; pero pocos entendemos que la clave de esa primera impresión es nuestra imagen personal.




Entre los primeros 2 a 30 segundos que toma esa primera impresión, puede que no hayas dicho ni una palabra; en esos primeros instantes, te dispones a saludar al entrevistador usando únicamente tu comunicación no verbal; todo aquello que implica tu lenguaje corporal, tus expresiones faciales, el tono de voz… y por supuesto, tu imagen.

¿Cómo puedes tener una imagen que cause una impactante y positiva primera impresión? Primero que nada, debes investigar un poco.  Investiga a la compañía; averigua qué es lo que hacen, cuál es su misión, sus valores y cómo está estructurada. Algunas compañías incluso colocan un video en sus páginas web para mostrarle a los empleados potenciales cómo deberían vestirse y presentarse.

Una vez que conozcas a la compañía, investiga dónde está ubicada. Es un área urbana, industrial o rural? O quizá estás buscando empleo en otro país… si es así, entonces debes aprender lo más que puedas sobre su cultura antes de montarte en el avión o iniciar la entrevista por Skype.

Pues bien, ya conoces suficiente sobre la compañía… ahora ¿Qué es lo que debes ponerte? Hay cuatro áreas principales a considerar en tu vestimenta antes de dirigirte a la entrevista: el Color, el Corte, el Cargo y el reflejo de los ideales de la compañía.

El Color y su psicología, usada correctamente, puede comunicar en dos platos tu personalidad. De la manera más sencilla posible, mientras más oscuros son los colores, te verás más profesional; en la medida que los colores que uses sean más claros, te verás más accesible y amigable. Así que si estás buscando un aspecto poderoso, mantén los colores de tu ropa oscuros y evita los pasteles.

En cuanto al color per se, volvemos a la investigación, en la medida que la cultura que enmarca a la empresa sea diferente a la tuya.  Revisa muy bien el significado de los colores; quizá los dueños de la empresa son de un país donde aborrezcan el verde. ¿Quién sabe…? lo mejor es indagar antes de actuar.

El corte de la ropa es crucial para tu comodidad; si es pequeña o apretada, limitará tus movimientos; y si es una talla más grande de lo adecuado, te sentirás muy tonto. Asegúrate que la ropa te queda perfecta; La mayoría de las personas no toma en cuenta este factor hasta que es demasiado tarde.

El cargo al cual aspiras es un tema difícil, pues debe tener concordancia con tu actitud. Si estás optando a un cargo de gerencia con muchas responsabilidades y siempre has sido proclive a la “creatividad” en el trabajo, puede haber un choque entre tu manera de ser y lo que se espera de ti.  Pregúntate: ¿Cómo debo sentirme una vez que acepte el cargo? Eso te ayudará a escoger el vestuario.

Por último, ¿Cómo es el estilo de la compañía? ¿Cómo es su organigrama, su modelo de negocios? ¿Hablan mucho sobre trabajar en grupo o innovación? Si es así, elige un estilo casual. Pero si la compañía se expresa en términos de tradición, trayectoria y valores conservadores, un traje a la medida será tu mejor opción.

Todas estas herramientas están disponibles para tí. Pon tu mejor esfuerzo, ataca con empeño y no olvides investigar. Recuerda que nunca hay una segunda oportunidad para una primera impresión; sigue mis instrucciones y tendrás ese empleo soñado ¡en menos tiempo de lo que piensas!

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Usa la vestimenta correcta y transmite: AUTORIDAD


En un post pasado, sugerí que la imagen puede llegar a ser más importante que el talento en determinadas circunstancias.  Pues bien, uno de los factores determinantes para nuestra imagen es la ropa que utilizamos.



¿Podemos decir que la ropa que llevamos no sólo debe ser adecuada para cada ocasión, sino que además nos permite reflejar poder y autoridad? Algunos creen que la personalidad lo es todo; pero aún los perfumes más exquisitos vienen en cuidadosamente diseñados empaques.  ¡Algo deberíamos aprender de ello! Razón de sobra tiene Víctor Gordoa en su libro “El poder de la imagen pública” cuando afirma que la primera impresión que obtienen los demás de nuestra persona es – indiscutiblemente – la más duradera, y que cambiar esa primera impresión es difícil, si no imposible.

Prueba de ello son investigaciones realizadas sobre la psicología de la autoridad, en donde la ropa cumple un papel fundamental.  Pero no voy a marearlos con resultados y estadísticas; voy a proponerles que pongan en práctica, ustedes mismos, los efectos de una indumentaria que transmita autoridad. Se trata de un ejercicio que aplico en mis asesorías de imagen.

El ejercicio consiste en ´invitar´ al cliente – quien usualmente no está convencido que debe cambiar su manera de vestir- a pasearse por una clínica, tratando de saludar con una sonrisa a los perfectos extraños con los que se encuentra.

Una experiencia de lo más… mundana, si es que no aburrida.  Pero este “experimento”, aparentemente sin sentido, consigue su objetivo cuando al día siguiente le digo al ´conejillo de indias´ que haga exactamente lo mismo pero con una flamante bata blanca bordada con un nombre ficticio.

la bata de medico es una imagen de autoridad

¡Hagan ustedes la prueba! ¿qué creen que ocurrirá? ¿Habrá alguna diferencia? es difícil cuantificarlo, pero la cantidad de personas que retorna un saludo sonriente es casi el doble. Es evidente que la imagen de la bata blanca (y aún más si se “encasquetan” un estetoscopio) está firmemente relacionada en nuestro subconsciente como un símbolo de confianza.  

 Desde niños aprendemos a obedecer lo que dicen no sólo los médicos, sino toda una serie de figuras de autoridad (empezando por nuestros padres, los policías, los funcionarios públicos, etcétera), a quienes aprendimos a escuchar por reforzamiento positivo.

¿Cómo es eso del reforzamiento positivo? Si estábamos enfermos, le hacíamos caso al médico y nos curábamos. ¡Qué sencillo! ¿Quién hubiese pensado que años después, ya adultos,  la codificación seguiría siendo la misma? ¡Pero no es necesario andar por ahí, paseándonos con una bata de médico sin serlo! (situación que puede tornarse algo peligrosa, digo yo…)

Mucho más sencillo (y seguro) es estar atentos a nuestra manera de vestir.

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QUE HAGO CON LAS MANOS MIENTRAS HABLO?


Uno de los secretos mejor guardados de la imagen pública es la cuidadosa sincronización de los gestos manuales con la conversación o el discurso. Es prácticamente un lenguaje en sí mismo, que aprendido y dominado correctamente, permite impulsar de manera extraordinaria la personalidad de alguien. De esta manera, el discurso más sencillo se transforma en todo un evento; la conversación más banal puede derivar en la más poderosa herramienta de persuasión.

Lamentablemente, cuando una persona está expresando una idea que le obliga a emitir juicios de valor o quiere establecer una opinión sólida que será sometida a análisis crítico, tratará de recurrir a las llamadas “muletas”, que son los pequeños objetos (de cualquier naturaleza) que mantenemos en nuestras manos durante la conversación.

¿Qué quiero decir con muletas?
Imaginen que un día, decidimos ponernos creativos con los patines de nuestros hijos y sobrinos… y de esa ´creatividad´ obtenemos una pierna enyesada, por lo que tendremos que usar muletas para poder caminar, ¿no?

Sería absurdo que una persona sana las usara, y sin embargo, eso es lo que hacemos al tratar de comunicarnos cuando estamos nerviosos. Ya sean lápices, bolígrafos, apuntadores láser, teléfonos celulares, libros, revistas e incluso sillas al dirigirnos a una audiencia o a una figura de autoridad, muchas veces sentimos la necesidad de jugar, tamborilear, agitar, retorcer e incluso malabarear con uno (¡O varios!) de estos artículos. ¿Cuál será la razón?

Simplemente, nuestro cerebro se niega expresar más de la cuenta a través de nuestras manos. Y como mantener las manos fijas a cada lado del cuerpo sería más que extraño, mantener las manos ocupadas con un objeto es una “excelente” excusa. Pero en realidad, es una muy mala; es como si la persona sana que usa muletas, lo hace para evitar competir en una carrera que supone perderá.

¿Qué deberíamos hacer si nos sentimos nerviosos y queremos frenar nuestras manos? aquí van unos trucos muy sencillos:

- Practicar, practicar, practicar: Mucha gente lo sabe pero… ¡no lo hace!. Practicar un discurso o un argumento nos ayuda en muchos aspectos; por una parte, nos permite tener más fluidez y determinación al hablar. También nos permite repasar el tema, atar los cabos sueltos e inclusive desarrollar analogías y ejemplos que ilustren mejor nuestro punto de vista.

- Mantener las manos separadas del cuerpo y de la cara: Es difícil, lo sé… pero absolutamente necesario. Si estamos desprovistos de nuestras pequeñas muletas, los brazos automáticamente buscarán “proteger” el tronco y las manos estarán desesperadas por acercarse a la cara para “rascar” la superficie, todo esto manifestando un incipiente nerviosismo.

- Usar las manos de manera creativa: Un error común es mantener las manos en una pose fija, como la palma semiextendida de un karateka, y moverla siempre así, “para parecer abierto”. He tenido la oportunidad de ver a gerentes de empresas que bien podrían apodarse “Manos de abanico“, pues la palma se mantiene innecesariamente abierta todo el tiempo. No podemos sacrificar naturalidad por apertura. Tan especializadas que son las manos, ¡Usémoslas!… señalemos, hagamos gestos circulares, movimientos lentos de arriba a abajo que afirmen nuestras convicciones, pequeños movimientos hacia afuera que “espanten” o minimicen las desventajas de nuestra propuesta… ahí tienen la idea.

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"ARRIBA LAS MANOS" 6 señales de que eres un blanco fácil para los DELINCUENTES


En un estudio realizado en 1984 por Betty Grayson y Morris Stein, se le pidió a convictos de asalto a mano armada, violaciones y asesinatos que le dieran un vistazo a la grabación de una concurrida acera neoyorquina. ¿La razón? pedirles que identificaran a cúales personas escogerían para asaltarlos.

Aunque cada uno de los criminales vio la grabación por separado, los científicos se sorprendieron al descubrir un marcado consenso en cuáles son las características que definen a un “blanco fácil”, o un transeúnte susceptible de agredir.



Estas señales son llamadas precipitadores, y los maleantes las detectaban inconscientemente en los transeúntes sin importar su género, edad, raza o complexión física.  Algunas mujeres de contextura menuda eran descartadas, mientras que algunos hombres corpulentos eran seleccionados como víctimas factibles.

Las actitudes más resaltantes de los “blancos fáciles” eran las siguientes:

- Caminar inseguro: Desde que el mundo es mundo, los depredadores han enfocado sus fauces a los más lentos de la manada.  Si lo proyectamos a la actualidad, las personas proyectan indefensión cuando caminan demasiado lento arrastrando los pies, o cuando lo hacen de manera frenética y apurada demostrando ansiedad.

Lo que debes hacer: Los científicos denominaron “Sincronización estable” al ritmo ideal de caminata: ni demasiado rápido o lento.

- Parecer perdido o confundido con su destino: Cuando una persona se encuentra nerviosa, es posible que dude el camino que deba tomar.  De repente frena en seco en una esquina, duda viendo hacia ambos lados y finalmente cruza… para luego frenar de nuevo y regresar hacia el lado opuesto.  Los violadores valoran este tipo de actitudes en sus víctimas pues sienten que pueden dominarlas (Para ellos no es tan importante el sexo, tanto como el juego de poder del sometimiento).

Lo que debes hacer: Además de tener un ritmo de caminata estable, planifica mentalmente tu ruta y “fluye” por ella sin titubear.

- Mantener el mentón bajo y la mirada perdida: En este sentido, las cosas han cambiado mucho desde los años ochenta.  Ahora prácticamente caminamos pegados a nuestros teléfonos… lo que baja nuestro mentón y ya sabemos que eso nos hace ver más bajitos e incluso indefensos.   Estar distraído también es un imán de problemas, pues los criminales siempre buscarán tomarte por sorpresa.

Lo que debes hacer: Mantente alerta de tu entorno y la gente que te rodea, especialmente si estás en un lugar que no conoces bien.  Asegúrate de mirar a lacara con una expresión neutral.  Esto disuade a la mayoría de los asaltantes pues es una señal de poder.

- Alardear de tu solvencia económica: el Criminólogo Richard Wright de la Universidad de Missouri asegura que la mayoría de los ladrones ven la vida como un sistema injusto, y que la demostración pública que hacen los demás de sus bienes, puede avivar esa rabia contenida.

El científico hace hincapié en que esto no necesariamente tiene que ser manifestado con joyas o autos caros; cualquier joven “con cara de fastidio”, ondeando una vistosa tableta digital de última generación despertará estos impulsos muy fácilmente.

Lo que debes hacer: pues ser precavido y no exhibir en público señales que denoten una holgada tarjeta de crédito.

- Detenerse a hablar con extraños: Calvin Donaldson ha estado en prisión por años luego de asaltar a una pareja que detuvo, preguntándoles una dirección.  Él mismo nos recomienda: “Una vez que un criminal logra que te detengas a hablar con él, estás abriendo la posibilidad de ser atacado.  Simplemente no te detengas”.

Lo que debes hacer: Mantente en movimiento y alerta, especialmente cuando vayas a entrar a tu coche.

- Tratar de negociar o resistirse: Si sólo se trata de un robo, el psicólogo criminal James Arey recomienda asumir la actitud de “hombre gris”.  No te desesperes, no hables y entrega exactamente lo que se te pide.

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