Ya les comentaba en un artículo anterior, qué son los micropicores
y por qué se producen; este fenómeno es capaz de delatar el nerviosismo
de cualquier persona, tanto si es una situación límite como una
casual. De hecho, al ser tan sutil el toque de la punta de las dedos
sobre alguna parte del cuerpo o sobre sí mismos, pueden descubrir dudas
en la más segura de las personas. ¿No sería genial poder usar esa información para saber lo que está pensando nuestro jefe?
Varios movimientos, varios significados.
A pesar de la increíble complejidad del cerebro humano, aún
sobreviven incontables reflejos primigenios en nostros que se
manifiestan en el momento menos indicado. Aún la persona más poderosa y
aparentemente impasible tendrá un reflejo de estos movimentos,
especialmente entre los propios dedos y con algunas partes de la cara.
¿Qué nos puede decir, por ejemplo, el rostro al ser tocado?
todo depende de qué es lo que la gente se toca; Si ya sabemos que un
micropicor es un conflicto interno, entonces tal conflicto se referirá a
cada una de nuestras principales “ventanas” sensoriales, a saber: la
vista y la audición. Por lo tanto, cuando presenciamos micropicores
cerca de los ojos, las cejas, o los pómulos, la persona presenta o bien
una duda con respecto a lo que está viendo, o tan sencillo como que no
quiere “ver” en ese momento (bastante común cuando se está diciendo una
mentira), especialmente si el movimiento se combina con una mirada
desviada hacia un lado.
Tocarse el cabello, el cuello o la mandíbula son áreas satélites del
oído, el cual rara vez se toca directamente por una sencilla razón: la
cantidad de terminaciones nerviosas del lóbulo. Al parecer la evolución
nos dotó de una especie de “freno” gestual que impide delatarnos
fácilmente.
Hasta ahora vemos sólo dos tipos de micropicores faciales - visuales y auditivos -
¿Cómo podemos tomar partido de ellos? sencillo: hay que precisar quién
está hablando en ese momento; por ejemplo, si nuestro jefe nos está
pidiendo el clásico “Deja de hacer lo que sea que estés haciendo y ponte a hacer esto, que es urgente” y se lleva los dedos a los ojos, podemos poner en duda la supuesta urgencia.
Si nosotros le estamos hablando… por ejemplo, sobre un problema en la oficina…
y el micropicor es auditivo, ha puesto una barrera para nuestras
opiniones e ideas. No es el momento para quedarse con un argumento a
medias, porque puedes estar segro que habrás perdido tu tiempo.
Mantente firme y si no lo logras ganar esa discusión y hacerte
entender, asegúrate de continuarla después (si es que te conviene).
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