Cuando un político siempre cruza los brazos. COMUNICA

Juan Fernánez/ ElPeriódico.com) Los manuales de lenguaje corporal afirman que unos brazos cruzados revelan una indubitada actitud de defensa. La querencia de Luis de Guindos por esta postura sugiere que al ministerio de Economía ha llegado el cancerbero del erario público más férreo que ningún contribuyente pudiera soñar.

 En los archivos gráficos de los periódicos se cuentan por decenas las fotos que muestran al ministro en actos oficiales con los brazos apretados a la altura del diafragma, unas veces posando de frente ante la cámara, en otras ocasiones captado de rondón en conversaciones casuales con otros mandatarios.

 
  Expuesto en un escaparate tan vigilado como el de la política de primera fila, donde hasta el menor detalle es analizado en busca de interpretaciones ocultas, deducir el mensaje que encierra el habitual gesto de De Guindos se ha convertido en uno de los pasatiempos del momento de la vida pública. ¿Qué cuentan los brazos cruzados del ministro? ¿A qué tipo de persona están protegiendo?

Los expertos en comunicación no verbal son reacios a extraer conclusiones a partir de poses robadas de sus contextos. Un dedo índice apuntando al cielo puede tener muchos significados en función del tono de la conversación que lo acompañe. Sin embargo, la insistencia del titular de Economía en ese gesto permite aventurar un mensaje no verbal en su tic corporal. «Sus brazos cruzados están diciendo: ‘Chico, esto es lo que hay, te pongas como te pongas’», apunta el comunicólogo José Hermida

Según este experto en lenguaje gestual, la pose de De Guindos es coherente con el cometido que le ha tocado defender. «No solo se cruza de brazos, además los comprime mucho contra el cuerpo. Cualquiera que le viera entendería rápidamente un mensaje: esto va de apretarse», añade el autor del manual de comunicación no verbal Hablar sin palabras .

Los mismos brazos cruzados que han de imponer austeridad a la población deben servir también para batirse el cobre con sus homólogos europeos. ¿Ayuda o entorpece este gesto en una negociación? «Depende. Si lo que se busca es defender a ultranza una posición, los brazos cruzados son coherentes con esa estrategia, porque suponen una barrera.

 Este gesto disuade al interlocutor y viene a decirle: ‘Te escucho, pero difícilmente voy a dar mi brazo a torcer’», explica Antonio José Delgado, formador en lenguaje corporal y empatía.No sabemos si los brazos cruzados del ministro han dejado algún mensaje subliminal entre sus colegas del Eurogrupo con los que se reunió esta semana para solicitar una prórroga en el calendario de ajuste del déficit español ‘a juzgar por los resultados, parece que no’, pero la suya es una pose habitual en negociaciones empresariales, aunque no tanto en las del ámbito político. «Entre directivos, este gesto aporta contundencia y seguridad. Refleja que uno está seguro de su postura y la va a llevar a cabo», apunta Delgado.

A dos meses de aterrizar en el Gobierno, De Guindos transmite aún más señalescorporales del gestor empresarial que fue hasta diciembre que del político que encarna ahora. Como hombre de empresa, el ministro tiene un perfil fácilmente identificable por los entendidos en comunicación no verbal. «Su actitud es la típica del macho alfa del mundo empresarial: un líder fuerte y duro, con determinación, acostumbrado a bregar con la competencia y los empleados», explica Hermida.

Pero en política no son esos los actores que ocupan los escenarios, ni es ese el lenguaje que suele emplearse. Ningún asesor de imagen aconsejaría a un político aparecer en público con los brazos cruzados delante de la barriga (mucho menos sobre el pecho, lo que denota enfado). Las marcas hostiles o de cerrazón están vetadas en los seminarios de telegenia que con frecuencia reciben las cúpulas de los partidos.

En este sentido, la actitud del ministro también sería coherente con el papel que le ha tocado en su viaje a la política. «Rajoy ha buscado un macho alfa técnico y curtido para resolver un problema técnico y difícil, y De Guindos es consciente de eso: no ha venido buscando la foto, sino la liquidación de un marrón. Si lo logra, su satisfacción será cosechar un nuevo éxito para añadir a los muchos que ya ha conseguido en su trayectoria profesional», entiende Hermida, quien se atreve a hacer un pronóstico: «No le veo con ambiciones políticas, sabe que esto no es lo suyo».
 

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Las mentiras cambian el tono de voz. PRESTA ATENCION

Una de las formas más útiles de detectar la falta de sinceridad al responder una pregunta comprometedora son los cambios que experimenta la voz cuando nos sentimos amenazados  o nerviosos.


 Debes estar atent@ a cualquiera de stos cambios sutiles que revelan algún conflicto interno con respecto a la conversación. ¿Será que se esconde algo…?
- Cuando mentimos, se produce una inevitable tensión en las cuerdas vocales que altera nuestro tono de voz.  Al hacerse más rígidas, nuestro timbre vocal puede subir ligeramente de frecuencia (la voz se hace más aguda), o incluso oscilar (se hace aguda súbitamente y luego se normaliza).  Aunque este fenómeno de por sí es difícil de detectar “simplemente oyendo”, nos es perfectamente factible determinarlo cuando una voz conocida (por ejemplo, un familiar o amigo), ha cambiado de tonalidad.
- Aunque nuestra voz suene más aguda al mentir, con el volumen ocurrirá exactamente lo opuesto:  disminuirá ligeramente (pues no queremos que escuchen nuestra mentira).  Generalmente ocurre al final de una frase o conjunto de frases, pues el cerebro trata de “introducir” la mentira con unas cuantas ideas verídicas… para “escabullir” el invento al final.  Notaremos que el volumen de la voz baja dramáticamente incluso en palabras o nombres específicos.  Por ejemplo:
“Sí, como te cuento… tuve que ir a esa aburrida reunión de negocios… ¿Que con quién estaba? bueno… pues con …Carlos, claro…” (se sobreentiende que el nombre “Carlos” fue dicho en un volumen menor… lo que nos indica que “posiblemente” no era con él con quien estaba nuestro interlocutor).
- Al mismo tiempo que el tono de voz baja, la calidad de la modulación (la pronunciación de cada sílaba) también se verá degradada.  Pueden ocurrir tartamudeos, atropellamiento de sílabas e incluso dificultad en articular palabras completas.
- El mentiroso generalmente hablará: a) de manera lenta y accidentada (mientras va inventando lo que dice), o b) de manera rápida y concluyente (diciendo lo que ha practicado y queriendo terminar la conversación).  Esos cambios en la velocidad y la fluidez son producto de conflictos internos entre lo que se siente, lo que se quiere decir y las repercusiones de mentir.

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El vocabulario persuasivo de tu rostro. PRACTICA


Es increíble la importancia que tiene la percepción y decodificación de las emociones del rostro; prácticamente desde el día que nacemos, un área del cerebro conocida como la circunvolución fusiforme se “activa” en su tarea de reconocer las caras de quienes nos rodean.  Su protagonismo en la gestión de nuestras interacciones sociales es crucial, y ni hablar durante el proceso de persuasión.

En tal sentido, disponemos de un “vocabulario” facial que tiene interpretaciones bien definidas.   Así, la próxima vez que estés intentando persuadir a alguien, ten en cuenta que…

1- El contacto visual efectivo requiere equilibrio:  Ya he mencionado antes la importancia de sostener la mirada para demostrar que estás prestando atención, pero ¿Acaso no sentimos que alguien está “en la luna”, cuando su mirada se queda fija en nosotros sin pestañear? Mirar a los ojos demuestra confianza y honestidad; le transmites a la persona un genuino interés en lo que está diciéndote.  Simplemente no olvides parpadear (pero no en exceso, lo que puede hacerte ver inseguro, distraído o incluso deshonesto).

2- Tus cejas demuestran emoción: el simple acto de elevar las cejas (Que corresponde a las Unidades de Acción AU1+AU2 del Facial Action Coding System), proyecta asombro e interés puntual en lo que nuestro interlocutor acaba de decir.  Si tuviésemos que clasificarlo por intensidad del 1 al 5, sería un 3 (En otras palabras, tampoco exageres la expresión).

3- Cuida el ceño fruncido: acercar las cejas y arrugar el área justo encima de tu nariz no te hará ver más analítico, serio o interesado; te mostrará abiertamente hostil. ¡El calificativo perfecto para romper cualquier empatía que hayas desarrollado hasta ese momento…! ¿Quieres saber la mejor parte? lo hacemos de manera inconsciente aún cuando sólo estamos sopesando opciones y estrategias.  Es un esfuerzo consciente el relajar la frente en esos instantes, ¡Practica hacerlo varias veces al día!, te será muy beneficioso al no obstruir tu poder persuasivo.

4- Sonríe sin exagerar: especialmente delicado es este punto; en un artículo anterior les comentaba que la mejor sonrisa es la que se dosifica en pequeños avances, sin exagerarla ni apresurarla.  Sonreír mucho es incluso peor que mantener un rostro neutro… ¡Parecerá que te estás burlando de la persona, y que no te importa mucho lo que está diciendo!

5- Mantén tus labios relajados: Al igual que la frente, tensar o apretar los labios es sinónimo de incomodidad o desacuerdo con lo que escuchamos o represión de nuestras propias ideas, ¡Nada bueno puede proyectarse con ese gesto!  acostúmbrate a mantener tu boca relajada (Créeme, es más difícil de lo que te imaginas) y por sobre todas las cosas, evita hacer “medias sonrisas” que expresan desprecio por quien tienes enfrente.

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