El exito social se
basa en las buenas relaciones, pues nada podemos hacer exclusivamente solos. Y
esas buena relaciones se apoyan en una comunicación efectiva, la cual no es tal
a menos que sepamos expresarnos y escuchar adecuadamente. Pero saber escuchar
no es algo precisamente fácil de lograr.
Resulta
un hecho evidente que cada persona, en su esfuerzo interior, desea o necesita ser
escuchado con respeto y cortesía.
Puede
decirse que todos queremos expresarnos, y obtener atención y reconocimiento.
Sin
embargo, tendemos a sentirnos frustrados, pues son pocos los que pueden
ostentar algún dominio notable en el arte de saber escuchar.
Puede
usted preguntarse para que le sería útil escuchar a los demás.
Para
ganar su apoyo necesitamos desarrollar liderazgo sobre ellos, y para tener esa
influencia hace falta conocerlos y saber lo que los motiva, y esto se logra
escuchándolos.
Además,
es una muestra de cortesía que nos gana amigos, y nos permite prevenir y
anticipar la manera más adecuada de tratar con personas conflictivas y
complicadas.
Al sentirse escuchadas, las personas se relajan se abren y nos muestran su
mundo interior, sus creencias y valores.
Cuando
les prestamos atención sincera, les damos una oportunidad de acercarse, de
desahogare y de crear o ampliar un vínculo franco y duradero.
Tener
la paciencia de escuchar sin interrumpir, posibilita que el conversador atento
escoja con cuidado sus palabras, ideas y planteamientos.
Lamentablemente, no somos tan buenos oyentes como podríamos serlo, pues pocas
veces valoramos con justicia la importancia de saber escuchar, y no estamos
entrenados en esta habilidad.
Algunos
de nuestros errores conversacionales más frecuentes, son:
a) brindamos poca atención a nuestros interlocutores.
b) interrumpimos repetidamente la conversación.
c) reaccionamos impulsivamente ante cualquier discrepancia.
d) tratamos temas delicados y polémicos que pueden crear enemistad.
e) desviamos la conversación hacia donde deseamos, ignorando el interés del
otro.
f) mostramos con nuestro tono de voz, apatía o agresividad.
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